domingo, 18 de diciembre de 2011

INSTRUCCIONES PARA RECONOCER A UNA BRUJA - FINAL - (21)

Desen – cantando

Si había algo que nos había enseñado mi mamá era a leer y a escribir. No solo eso. También nos había enseñado a contar cuentos y a inventar poesías y canciones.
Nos había enseñado muy bien porque mi mamá era maestra y le gustaba mucho pero mucho leer.
Cuando yo era chiquita andaba con una bolsa llena de letras de colores y cada vez que la veía venir le preguntaba sobre alguna letra:
Mamá ¿esta es la “F” de fideos?
Sí, me decía y también de “farol”, de “flauta” y de “frutilla”
En esa época yo no sabía que mi mamá se iba a ir de viaje.
Tampoco sabía para qué me podía servir aprender a leer y a escribir, pero no me importaba porque las letras me gustaban mucho.
Pero ahora que Nicanor y yo nos habíamos dado cuenta de lo importante que era saber leer y escribir para defenderse de las brujas, yo estaba muy contenta de que mi mamá me hubiera enseñado tantas cosas.
Después de mucho pensar Nicanor y yo teníamos un plan.
Como a nosotros no nos daba nada de miedo perder el tiempo, decidimos llevarlo adelante a ver si conseguíamos de una vez, hacer desaparecer a la bruja.
No podíamos hacerlo solos, así que llamamos a muchos de nuestros amigos y se lo contamos y también a los vecinos, que eran una parte importantísima del plan.
Porque ya sabíamos que la bruja tenía miedo de los vecinos.
También se lo dijimos a papá. Pero no nos dijo nada.
Pasamos unos días escribiendo.
Otros pintando.
También hablando por teléfono invitando gente. A mi abuelita Amelia y a mi Tía Josefina, también.
Perdimos mucho tiempo, pero a nosotros no nos importaba porque no éramos brujos.
Para el Domingo a la mañana había un gran cartel en la puerta de mi casa que decía:
HOY DEBUT HOY
GRAN MURGA GRAN : “LOS VECINOS DE LA BRUJA”
Eran las 7 de la mañana cuando todos nos reunimos vestidos de colores y con los instrumentos que encontramos a mano, listos para empezar a cantar:
Se va , se va la bruja
Se va, se va en avión
Y ahora que yo le canto,
también se va en un camión.
Mañana muy tempranito
saldré por el barrio a pasear
a preguntarle a la gente,
si ha visto a la bruja escapar.
Si el cielo fuera tinta,
y el suelo fuera papel,
la echaría a la bruja,
y haría a mi mamá volver.
Cada vez más y más vecinos se acercaban y se ponían a bailar y a cantar .
Después de un tiempo de ruido y alboroto, salió mi papá todavía en pijama , bailando y tocando la flauta, todo desembrujado. Entonces supimos que estábamos ganando. Y también porque a la bruja no se la veía por ninguna parte. Ni a Carlota.
Ni las volvimos a ver nunca más.
No quedó ni rastro.
Ni los tapados.
Ni los fideos con tuco.
Nada.
Como faltaba poco para que volviera mi mamá los vecinos se turnaron entre todos para cuidarnos. Y así estuvimos bien.
Mi mamá volvió un mes después.
Pero nunca nos creyó nada.
Ni a mi.
Ni a mi hermano.
Decía que teníamos vocación de escritores y que cuando fuéramos grandes seguramente nos íbamos a dedicar a escribir cuentos.
Y eso fue verdad.
Al menos para mi.
Aunque mi mamá no fuera ni adivina, ni bruja, ni maga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario