viernes, 4 de noviembre de 2011

INSTRUCCIONES PARA RECONOCER A UNA BRUJA (13)

Dulce de leche mágico

Mi Tía Josefina no compraba dulce de leche.
Lo hacía ella.
En su cocina.
Con su cuchara.
En su ollita a presión.
Yo no sabía por qué, pero después lo supe.
Era su arma secreta.
- Comé dulce de leche Pablo, le decía mi Tía a mi papá.
Pero mi papá que estaba embrujado le contestaba: ¡Muy lindo, muy lindo! Y no comía nada.
Tampoco mi hermano Nicanor. Porque en cuanto se acercaba a la cuchara la bruja pegaba un grito:
- ¡Ni se te ocurra! ¡Te vas a enfermar!
Como yo ya sabía esperaba a que mi Tía me guiñara un ojo y decía:
- Voy a la cocina a ayudar a la Tía a secar los platos.
Y eso estaba muy bien. Parecía embrujada.
Una vez lejos de la bruja buscaba una cuchara de sopa y me comía como tres, llenas del dulce de leche de Josefina.
Enseguida sentía un calorcito en el pecho y me ponía de muy buen humor.
- ¿Cómo podemos hacer para que papá y Nicanor también coman dulce de leche Tía?
Le pregunté bajito.
- No sé, me dijo, hay que esperar a que esté distraída.
Desde ese día empecé a pensar cómo hacer para distraer a la bruja.

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