lunes, 26 de septiembre de 2011

INSTRUCCIONES PARA RECONOCER A UNA BRUJA (7)

Parecer embrujada

Una de las cosas más importantes que hay que hacer una vez que uno sospecha que está viviendo con una bruja o que una bruja muy poderosa se ha metido en su casa, es parecer embrujado de manera que, la bruja en cuestión, no se moleste en andar reforzando hechizos o haciendo embrujos nuevos.
Lo segundo, casi tan importante como lo anterior, es averiguar cuántas otras brujas hay en la casa o en los alrededores.
Me contaron que a veces hay también maestras o directoras que son brujas.
También puede ser bruja la vecina.
O la esposa del encargado del edificio. Esa que no te deja entrar con la bicicleta. Esa.
Como les dije al principio parecer embrujada es muy importante y bastante fácil de conseguir.
Hay que hablar poco y decir todo que si.
Porque las brujas son malas pero no son inteligentes. Son demasiado orgullosas como para ser inteligentes.
Uno puede decirles mentiras fáciles de descubrir como:
¡Qué bien te queda ese vestido!
De esa manera la bruja puede llegar a pasar una tarde entera mirándose al espejo complacida, dejándonos bastante tiempo libre.
Se puede parecer embrujado mirando mucha tele, teniendo el cuarto ordenado y mostrándose siempre servicial.
Sacar la basura sin protestar, es porque estás embrujado.
Lavar los platos sin que te lo pidan es porque estás embrujado.
Tener buenas notas en la escuela, estás embrujadísimo.
Decir hoy no tengo ganas de ir a la fiesta de cumpleaños de mi compañera de banco, cien por cien bajo control.
Me daba cuenta de que iba bien cuando escuchaba que le decía a otras brujas:
- La nena es un amor. Se porta re bien. No da nada de trabajo.
“No da nada de trabajo” en la jerga de las brujas quiere decir “no me cuesta nada mantenerla haciendo lo que yo quiero”.
Esas conversaciones me ayudaban también a saber quiénes eran brujas y quiénes no.
Mi abuelita Amelia, no, por ejemplo.
Mi abuelita Amelia siempre le decía:
¿Por qué la nena no va a la plaza? ¿Por qué no la dejás subirse al tobogán?
Y todas cosas así, de esas que estaban prohibidísimas.
La bruja nunca quería hablar con ella.
- Decile que no estoy , me decía cuando la llamaba por teléfono.
Yo le decía:
- No está
Y mi abuelita Amelia no le creía. Entonces yo me daba cuenta de que no estaba embrujada y de que podía contar con ella.
Con ella y con mi tía Josefina, que tenía un arma secreta contra las brujas.
Pero eso se los voy a contar después.

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